Bogotá—Boston Consulting Group (BCG), y la Universidad de St. Gallen realizaron un estudio titulado “Putting Micromobility at the Center of Urban Mobility”, que presenta los hallazgos a raíz de una nueva encuesta a 11,000 consumidores de 23 ciudades en 10 países distintos. El artículo examina las opiniones de los consumidores y los patrones de uso de los vehículos de micromovilidad y analiza los incentivos y los elementos disuasorios para una adopción más amplia.
A medida que las ciudades de todo el mundo tienen que afrontar el impacto generado por el aumento del tráfico vehicular, la micromovilidad tiene el potencial de reducir la congestión y la contaminación, al tiempo que ofrece formas de transporte accesibles, convenientes y asequibles. Pero, según el artículo, la micromovilidad solo puede desarrollar plenamente su potencial si se diseña como parte de un sistema de transporte integral.
Durante la pandemia, muchas personas vieron la micromovilidad como una alternativa más segura que el transporte público, y el aumento en los precios del combustible también lo hizo más atractivo. De hecho, el tamaño del mercado global de micromovilidad, que incluye bicicletas, bicicletas eléctricas, scooters eléctricos y ciclomotores eléctricos y que cubre los segmentos de propiedad, compartidos y de suscripción, ya ha alcanzado casi los 100.000 millones de euros. Aunque la propiedad es el segmento más grande por volumen, las suscripciones son la categoría de más rápido crecimiento, con una tasa de crecimiento anual compuesto (CAGR, por sus siglas en inglés) que se espera supere el 30 % durante la próxima década.
Además del clima, las principales barreras para un mayor uso de la micromovilidad son el costo, las redes inseguras de carriles para bicicletas, conexiones inadecuadas y servicios suburbanos limitados. Las ciudades que aborden estos obstáculos de la manera más rápida y mejor harán que la micromovilidad sea más atractiva para los viajeros y, por lo tanto, se convertirán en lugares más atractivos para los empleados.
La encuesta reveló que ofrecer alternativas agrupadas que combinan opciones de transporte de micromovilidad con transporte público, probablemente podría aumentar considerablemente el uso. Los consumidores encuestados indicaron que estarían dispuestos a pagar entre un 22 % y un 25 % más por diferentes paquetes de ofertas.
“No existe una solución única para todos. Lo que funciona para Ámsterdam no necesariamente funcionará para Boston o Berlín. Llevar la micromovilidad al mainstream en los próximos años requiere que los planificadores urbanos y los operadores de micromovilidad trabajen juntos para crear los incentivos adecuados”, señala Andreas Herrmann, director del Instituto para la Movilidad de la Universidad de St. Gallen y coautor del artículo.
A escala, no todos los modos de micromovilidad brindan el mismo beneficio, y promoverla sin considerar la totalidad de los impactos puede tener efectos negativos en el medio ambiente. “La integración es clave, y la tecnología y la comprensión de los patrones de uso estarán en el centro de esto”, agregó Herrmann.
Se puede descargar una copia del informe aquí
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