El mercado de maquinaria, equipos y componentes relacionados con el hidrógeno verde podría llegar a más de 200.000 millones de dólares anuales para 2050 si los países mantienen sus compromisos.
SANTIAGO, 29 de julio de 2021— Han pasado décadas desde que el hidrógeno se propuso por primera vez como fuente primaria de energía limpia. Gracias a los avances en materia de tecnología, es posible que este combustible limpio pueda empezar a contribuir a la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, el nivel de expectativa es alto, y quedan muchos retos tecnológicos, económicos y políticos antes de que el hidrógeno pueda ofrecer una forma realmente rentable de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
En primer lugar, los responsables políticos y los reguladores gubernamentales deben seguir apoyando, mediante ayudas directas y cambios en las políticas, la producción y el uso de hidrógeno con bajas emisiones de carbono para las aplicaciones en las que el combustible ofrece el mayor potencial en la reducción de gases de efecto invernadero.
Chile es uno de los gobiernos a nivel mundial que ya ha incorporado el hidrógeno en sus iniciativas y la Unión Europea, por ejemplo, ha hecho de éste un elemento clave de su estrategia para alcanzar las emisiones cero en 2050.
En segundo lugar, es necesario que la economía del hidrógeno se convierta en una realidad, y las partes interesadas de todo el ecosistema deben contribuir para este fin. Con el apoyo adecuado en toda la cadena de valor del hidrógeno -y suponiendo que el esfuerzo mundial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero aumente en consonancia con los objetivos del Acuerdo de París- el mercado de maquinaria, equipos y componentes relacionados podría ascender a más de 200.000 millones de dólares anuales para 2050.
“Chile es el único de los pocos países de Latinoamérica que se ha comprometido a ser carbono neutral para 2050. El desarrollo del hidrógeno verde como fuente energética en el país será clave para alcanzar esa ambiciosa meta”, explica Ángel Martínez, managing director y partner de BCG.
En la actualidad, el incipiente mercado del hidrógeno bajo en carbono es muy complejo y está muy fragmentado, pero es realmente prometedor. El dinero de los gobiernos y los inversionistas privados está empezando a fluir en el sector, y las empresas grandes, pequeñas y medianas, así como las nuevas, están entrando rápidamente en el campo. Sin embargo, la incertidumbre -sobre el mercado, los modelos de negocio adecuados, las mejores tecnologías y el apoyo gubernamental continuo- sigue siendo grande.
Mientras que la producción y la distribución tendrán que desarrollarse independientemente de dónde y cómo se vaya a utilizar el H2, la conversión de este mismo en formas transportables y sus usos específicos, dependen de su competitividad económica con las tecnologías actuales y otras alternativas verdes, así como de las políticas gubernamentales y las preferencias de los clientes.
El análisis de escenarios de BCG muestra que, a 2 dólares por kilogramo de hidrógeno, es probable que varias aplicaciones sean económicamente competitivas en Chile y en 2030. “Las particularidades geográficas de Chile son muy favorables para la producción de hidrógeno verde a un costo bajo”, señala Martínez. “Según nuestras proyecciones el coste nivelado para la producción de hidrógeno en 2030 en Chile puede llegar a estar en torno a los 1,4 – 1,6 USD / K”, añade Martínez.
A largo plazo, también se espera que el H2 se utilice en la combustión directa para producir energía y calor. En conjunto, todo ello supone unos ingresos potenciales para los fabricantes de maquinaria de entre 80.000 y 90.000 millones de dólares anuales de aquí a 2050. Sin embargo, el hidrógeno aún no es tan rentable como las aplicaciones actuales y debe competir con otras tecnologías bajas en carbono para algunas aplicaciones.
Aunque el ecosistema del hidrógeno es todavía incipiente, tiene el potencial de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero en hasta 6 gigatoneladas al año, contribuyendo significativamente al objetivo del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2 °C para 2050.
Aprovechar todo el potencial del hidrógeno conlleva importantes retos y riesgos. Quedan muchos obstáculos tecnológicos y el mercado está muy fragmentado, sin que sea probable que surja ningún ganador claro durante algún tiempo. Los avances también dependerán en gran medida de las subvenciones gubernamentales y de las políticas y normativas de apoyo.
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